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sábado, 22 de mayo de 2010

Oneshot ~ Libros de Pasion y Sombra By:Irene (Parte 1)




2d0 lugar


"Libros de Pasion y Sombra"



Pareja: Edward y Bella



POV BELLA


Mi vida entre libros era feliz, mis días envuelta en obras literarias era plena y satisfactoria.

A vista de ojos ajenos, quizás pareciese aburrida, no hay en la historia cliché mas gastado que el de una tediosa vida de bibliotecaria, en su mini mundo oculto, pero yo os diré que era feliz.
Los millares de encuadernaciones que me rodeaban, eran mis preciados y fieles amantes, personales y nocturnos.

Una vida vacía d experiencias y emociones reales, la condimentaba con la especia mas sabrosa, la imaginación, haciendo que mi mente volara a tierras lejanas, con ideales personajes de fabula.
La frase más repetida en mi infancia, la que más había oído, había sido:

“Bella baja de las nubes, ¡¡cierra ese libro YA!!, y pisa la tierra cariño”

Pero ser el bicho raro, el perrito verde, no me importaba en absoluto, puesto que mi corazón se sentía lleno, acompañado por sabroso papel. O por lo menos eso creía hasta que le conocí a él.
Yo contaba con tan solo veinticuatro primaveras, cuando una mañana lluviosa le vi entrar a la Biblioteca Nacional Yorkmouth, la más grande del estado de Washington, donde trabajaba desde hacía ya cinco años, pero de los cuales solo llevaba cobrando dos, ¡¡Malditas practicas, no remuneradas!!

Mi pelo achocolatado, poco cuidado he de decir, estaba ese día sujeto en una desmañada coleta baja, mientras que traviesos mechones se escapaban de ella para enmarcar mi rostro. Con la mirada enterrada en el libro del registro, desde hacia mas de media hora, levante la vista, a allí fue cuando lo vi.

Experimente un paro cardiaco, el más devastador de la historia de los infartos, seguro.

Un hombre escultural, soñado, un Dios mejor dicho, cruzo las puertas de la entrada que daban a la recepción de la biblioteca, donde yo me encontraba siempre, con la posesión de la sonrisa mas hipnotizadora y la apariencia más sensual, acercándose lentamente hacia mí.

Su pelo mojado, desordenado, de un color broncíneo, dejaba caer gotitas de llovía sobre sus hombros y para hacerlo mas deseable aun, agito su cabeza como en esos videos musicales a cámara lenta, protagonizados por modelos adquiriendo poses explícitamente eróticas.

Se dirigía con paso firme y seguro hacia mi escritorio, inclinándose ligeramente hacia mí, para obsequiarme la más arrebatadora de las sonrisas y la más sexy de las miradas, deslumbrándome.

Ya no hubo más días y noches en mí. Tan solo esa mirada basto para desmontar todo mi mundo, absurdamente construido hasta el momento. Este hombre había cambiado todo, dejándolo en un deforme borrón de lo que antes había sido. La insustancial existencia, plagada de la nada, que hasta ahora había tenido, no encontraba su sitio después de él.

Su nombre de adonis era Edward Cullen. Un exitoso escritor de obras literarias, novelas relacionadas con el mundo de los vampiros, mezclando partes románticas y terroríficas al tiempo. Un género para mi desconocido hasta ese momento, claro.

Esa primera visita efímera, solo tuvo como objetivo concertar una reunión con mi jefe, para la presentación de uno de sus nuevos libros, aprovechando su viaje a esta zona. Según tenia entendido, el vivía habitualmente en Inglaterra, pero estaba viajando por diferentes partes del mundo para dar publicidad a su trabajo.

Y allí empezó mi tormento, me sumergí en su mundo de fantasías, devorando todos sus libros, queriendo saber más de el, de su trabajo, de cómo su mente pensaba, en su escenario de lo sobrenatural. Llevándome a apreciar los relatos e historias de sus manuscritos, el universo en torno al vampirismo, no me había llamado la atención hasta el momento, pero este hombre me convirtió en toda una fanática.

Edward me fascinaba, su mente trabajaba perfecta y deprisa, tenía publicado la friolera cifra de setenta y cuatro libros, con tan solo veintiocho años. No entendía como en un hombre tan joven tenía cabida para todo ese talento innato.

Sus visitas no cesaron, alrededor de una cada quince días, pero solo eran unos pequeños minutos los que le podía contemplar, pasando frente a mí, caminando hacia la oficina de mi intendente.

La prensa había estado equivocada, puesto que decía:

“el famoso escritor Edward Cullen, solo pasara en los Estados Unidos una corta temporada, después de tres o cuatro semanas retornara a su país natal Inglaterra, para así finalizar su tour de promoción.”

“su último libro Twilight ha sido todo un éxito, con la mayor venta de toda la historia, en tan solo unos meses”

Pero esa información no era cierta, porque ya habían pasado unos cuatro meses de su llegada y todavía seguía regalándome sus momentáneas visitas. Solo el hecho de pensar no verle mas, me partía el alma en mil pedazos, gracias a Dios eso todavía no había pasado.

Un día después de esas ocasiones de verle, se me ocurrió una idea absurda, pero que tenia que probar fuese como fuese. Consistía en hablar primero con mi jefe, proponerle fundar un taller de lectura dentro del edificio. La siguiente fase del plan, era hacer el índice de las clases con los libros del Señor Cullen, y con un poco de suerte, que el viniese a explicarnos al menos un día, todo lo relacionado con sus libros. Ya se que es una escusa pobre, para tan solo pasar que, ¿dos horas de su compañía?, pero es que tenia tal aturdimiento y adicción por él, que no lo pude remediar. Y así comenzó mi plan.

Reuní a toda la gente que encontré, para sacar el grupo más grande posible, sino quedaría exiguo. Tenía que dar imagen de taller “profesional”. En mi tiempo libre organice los trabajos, anotaciones, fichas, horarios y millones de cosas más, que no me dejaban casi dormir, pero hacia con gusto.

El primer día con los integrantes del grupo, fue todo un éxito, parecía una verdadera profesora con sus alumnos, no está de más decir que el tema a tratar me lo sabía de memoria y ellos podían ver en mi, una devota admiradora del escritor. Las reuniones se hacían tres veces por semana, los lunes, miércoles y viernes, y después de un par de semanas, decidí hablar con mi director para que me diera el permiso y mandar una carta al Señor Cullen, con la petición formal de una exposición en nuestro taller literario.

Mi jefe ya me había visto trabajar tanto en ello, que no dudo en concederme ese permiso y así lo hice. Después de redactar mi carta unas doscientas veces, se la mande con un chofer hasta el apartamento en el que sabia vivía.

No tuve respuesta hasta dos semanas después que se presento en la biblioteca, con un puñado de papeles bajo el brazo.

_ Buenas tardes Señorita Swan, recibí su carta, pero he estado muy ocupado y no pude responderla inmediatamente, le presento mis disculpas y he decidido que hacerlo en persona era lo correcto.

Después de saludarlo como tonta y asentir a su caballerosa disculpa, le regale una sonrisa de vergüenza y enmudecí.

_ Quería que supiera que estoy más que dispuesto a acudir a su taller, me halaga en grado sumo, que el principal autor sea yo, ¿eso he de agradecérselo a usted?_ volví a asentir sin poder casi ni respirar.

_ Bien, me gustaría que me informase del horario de los talleres, para poder quedar con usted.

_ Por favor llámeme Bella, y nos reunimos los lunes, miércoles y jueves. Al final de la tarde, sobre las seis. Pero si lo hemos de cambiar para ajustarnos a su horario, mis lectores estarán encantados._ dije casi sin tomar aire en toda la parrafada.

_ No, me parece bien, todos los lunes a las seis, me viene perfecto._ Se despidió amablemente y se marcho.

Habían mis pobres oiditos oído bien, “todos los lunes”, en mi carta especificaba que seria una sola visita, para no incomodarlo, pero él me ofrecía una hora al menos todas las semanas. Y en ese momento me desmaye, caí al suelo como un tronco en el bosque al talarlo, dejándome un terrible bulto en la parte posterior de mi cráneo. La felicidad actúo como anestesia y mientras me curaban mis compañeros sentí flotar en el aire.

Me vestí con el vestido más hermoso que pude, dentro de mi corto repertorio, uno de gasa azulado, que llegaba un poco más alto de las rodillas y dejaba mis hombros al descubierto. Sabía que las miradas de mis casi cuarenta “alumnos” iban a ser de sospecha, pero salvando la vergüenza, decidí no pensarlo mucho.

La clase comenzó unos quince minutos antes del tiempo, por mi petición, y todos cumplieron con ella, pues estaban también muy emocionados, no solo era un magnifico escritor, sino que era una celebridad en asuntos de prensa. Ahí fue cuando caí en la cuenta de que se le había relacionado con multitud de mujeres, conquistas, pero no habían sacado nunca una decente foto o prueba de la evidencia, o era muy precavido o realmente no le interesaban las mujeres, un escalofrío cruzo mi cuerpo como relámpago en la noche. Pero no era momento de pensar en ello, ahora debía prepararme, para no parecer la estúpida muda que era cada vez que él se me acercaba.

Guapísimo, así se presento, sentándose a mi lado en el “aula”, casi rozando mi brazo de vez en cuando, solo separándose, cuando tuvo que hablar de su último libro, uno de mis favoritos. Poniéndose de pie y dejando a todos los presentes con la boca abierta, no solo escribía como los Ángeles, dialogaba como un verdadero político en su discurso de aceptación.

Dos horas y media estuvo con nosotros y fue él quien tuvo que dar por terminada la “conferencia”, puesto que nadie se había movido de su asiento, para escucharle embelesados.
Espero a que recogiera todas las sillas y me ayudo con una fuerza sobrehumana a meterlas en el closet.

Al salir a la calle, me regalo una de sus sonrisas torcidas, que me derritió por completo y para terminar de convulsionar mi alma, me dijo dejándome sin el aire necesario para subsistir,

_ ¿Te importaría que te acompañara a casa?, las calles están muy oscuras y no es prudente que vayas sola_

Ni me acordaba que no había llevado coche y esa era la escusa perfecta, le dirigí una mirada nerviosa, ansiosa, impaciente y asentí con la cabeza al no encontrar palabras en mi interior.

Monte en su fabuloso Aston Martín gris y desaparecimos en la noche, por las calles empedradas.
Como todo caballero que se precie, abrió mi puerta y me ayudo a salir del auto, cogiendo mi mano, notando la frialdad de las suyas.

Estruje mi nerviosismo al máximo contra las paredes de mi intestino y le ofrecí subir a mi casa para tomar algo. No se siquiera ahora, de donde saque aquella fuerza, para expulsar las palabras de mi garganta, pero mi perfecto acompañante me rechazo la invitación, con una impresionante cortesía, alegando llegar tarde a algún sitio.

Y allí me quede en el quicio de mi puerta, suspirando el aire contenido durante todo aquel día maravilloso.

~Continua... (PARTE 2)

1 Palabritas que me inspiran :):

Noel Arias dijo...

ES UNA HISTORIA MUY ROMANTICA Y YA ME ESTOY IMAGINANDO MUCHAS POSIBILIDADES SOBRE ESTE MISTERIOSO EDWARD CULLEN. AHORA SIGO CON LA SEGUNDA PARTE Y COMPUREBO MIS TEORIAS...
BESOS Y ME GUSTO ESTA PRIMERA PARTE