Pov Caroline.
Hacia frío y estaba rodeada de árboles frondosos y
tan altos como rascacielos, había una leve luz en penumbra iluminando lo que
las ramas permitían… conocía ese lugar.
Me encontraba en
el oscuro y frio bosque de Forks, ese hecho
no me sorprendió en absoluto, ni siquiera sentí miedo, solo pude sonreír
comprendiendo lo que estaba pasando, la situación se había repetido varias
veces.
Mire mi atuendo,
llevaba mi vestido blanco favorito y no tenia calzado alguno. Mis pies se
colaban entre el pasto fresco e incluso algo mojado, me gustaba esa sensación. La
brisa húmeda golpeaba suavemente mi piel, como si de una caricia se tratara,
algo fría pero delicada, escuchaba en bajos susurros mi nombre, repetidas
veces, como si un viejo amigo me llamara. Mi cabello suelto, ondulado, negro y
largo hasta los codos, se revolvía con libertad, empecé a trotar hacia la costa
de la playa, me sentía libre, los arboles, el aire condensado, el sonido de las
olas romperse contra la arena, todo era perfecto, me hacía sentir feliz, en
casa.
No tarde en
sentir la arena bajo mis pies, y fue allí cuando empecé a bajar el ritmo de mi
trote, mire el mar frente a mí, el cielo estaba completamente despejado y la
luna estaba llena, reluciendo como un diamante, reflejándose hermosamente sobre
el agua, aunque, gracias a el movimiento de la misma, no podía apreciarse del
todo su figura.
Me abrace a mi
misma tras sentir como mi piel se erizaba gracias a él frío que aunque no era
demasiado fuerte, me hacia querer buscar algo de calor. Mire a mi alrededor y a
unos 5 metros de donde estaba parada, se encontraba el ya tan conocido tronco,
grande y viejo, pero que sin poder evitarlo se había convertido en uno de mis
lugares favoritos. Me senté en el cómo cada noche que visitaba ese lugar.
Acomode un par de mechones rebeldes que se chocaban contra mi rostro, tras mis
orejas y suspire en paz.
Él no tardo en
llegar, un par de pasos a mis espaldas que apenas podía denotar me lo avisaron,
pero estuve completamente segura cuando su temperatura, contrastante a la del
ambiente, choco delicadamente contra uno de mis costados. No tarde en sentir
como esa calidez me arropaba por completo, como en cada uno de nuestros
encuentros, me abrazo por los hombros, apretándome hacia él con ternura, infundiéndome
ese anormal, pero delicioso calor y luego beso mi cien.
No sabía nombre,
no sabía descripciones. Simplemente nos dedicábamos a eso, abrazarnos en
silencio. Sin hablar. Sin mirar. Solo escuchar el sonido de todo lo que nos
rodeaba…Ese sueño se había repetido demasiadas veces, desde hacía ya un par de
meses. No era algo diario, pero si muy seguido...
…
– ¡Caroline
despierta! – grito alguien, que zarandeaba mi cuerpo entero entre sus intentos
de despertarme, lográndolo. Tenía alrededor de unos treinta minutos evitando
los llamados de mi hermana, hundiéndome casi obligatoriamente en mi sueño,
odiaba despertar, quería seguir con él.
Quería quedarme con ese desconocido ficticio el mayor tiempo posible, era un
sueño relajante y hermoso aunque extraño. Tenía una especie de enamoramiento
ilógico hacia un producto de mi imaginación.
Cada vez estas mas cuerda, ¡felicidades! – pensé con
ironía, nótese el sarcasmo.
– Déjame –
murmuré enrollándome en mis sabanas, haciéndome una bola, cubriéndome el rostro
con mi cobertor y cerrando los ojos con fuerza, empeñada en seguir con mi
delicioso sueño, amaba dormir, oh claro
que sí.
– ¡Es tarde,
llegaras tarde al instituto! – volvió a gritar Kammy, la estaba sacando de
quicio, y la verdad lo hacía tan seguido que no sentía remordimiento alguno por
ello.
– No. No quiero
ir. Me quedaré durmiendo – seguí murmurando y me di la vuelta. Sabía que estaba
comportándome como una niña caprichosa, pero mis responsabilidades me valían un
pepino por las mañanas.
Suspiro sonoramente y la imagine con ambas
manos apoyadas en la cintura, contando hasta diez mentalmente para no enfadarse
– Debes ir, recuerda que tienes examen con el profesor Stevenson.
– Lárgate Kammy…
no iré – abrace mi almohada.
– ¡Ahhh! – Su
típico grito de frustración me hizo fruncir el ceño al resonar molestamente en
mis tímpanos – ¡No puedo creer que todos los días sea lo mismo! – exclamo
frustrada.
– Relájate, Cam
– reconocí la voz de mi otra hermana, Karen – esto tiene una fácil y practica
solución – percibía como se acercaba, se escuchaba cada vez más cerca, su voz
se oía tan contenida y tranquila con un toque de diversión, eso me asustaba…
Tres…dos…uno… Mis
sabanas fueron apartadas bruscamente y
seguido sentí agua fría bañar mi cara. Cerré los ojos con fuerza
sintiendo como mi sueño se había ido por completo – ¡Ahhh! – Grite frustrada
sentándome como resorte en mi cama y localizando a Karen dentro de mi
habitación – ¡Sabes que odio que hagas
eso! ¡Te matare!
– salte de mi cama y ella corriendo hacia él pasillo, empecé perseguirla, ella solo
corría y se reía de mi cara empapada. Parecíamos dos niñas pequeñas.
Antes de que
pudiera bajar las escaleras y seguir mi correteo, me encontré con Melanie en el
pasillo quien detuvo mi persecución – Caroline ve a ducharte se hace tarde –
dijo mientras ella se ponía brillo labial y me detenía con su otra mano libre.
Mi tía Melanie,
hermana de mi padre. Era muy bonita, su cabello que ahora iba recogido en una
perfecta coleta, era largo y liso de un lindo color castaño claro, su tez era
blanca mas no pálida y tenía unos lindos ojos cafés claro, a pesar de tener 32
años se veía mucho más joven, gracias a
lo menuda que era. Esa mañana iba vestida para ir a trabajar; un lindo conjunto
falda/chaqueta, de un bonito color rosa viejo y su blusa negra combinando con
sus muy altas sandalias. Era una de las secretarias del instituto de Forks, al
mismo donde yo iba.
– Pero tía,
Karen me mojo la cara – dije con voz chillona haciendo un puchero, empezando a
armando mi drama, para que me dejara seguir con mi persecución.
– Basta de
berrinches – reprendió tomando mi hombro
con su mano derecha y con la otra guardaba su brillo en su cartera, me miro
entre sus muy espesas y maquilladas pestañas
– sabes que de otra forma no despiertas, nunca he visto a alguien con el
sueño tan pesado. Por Dios, estos chicos de ahora… – mi tía se alejó, bajando
las escaleras y siguió hablando sola de cómo habían cambiado las cosas desde
sus tiempos hasta los nuestros.
Suspire y mientras aun escuchaba el sonido de sus
zapatos en la madera, puse los ojos en blanco – ¡Ya me las pagaras, Karen
Andrea! – dije alto y escuche la risa de
mi hermana en alguna parte de la casa.
Prácticamente
tome una ducha lo más rápido que pude, rindiéndome ante el hecho, que en efecto
debía ir al instituto gracias al estúpido examen de matemáticas. Seleccione en
mi closet una camiseta blanca y mi chaqueta de lana de franjas negras y grises,
jeans oscuros y mis converses negros – mis favoritos – deje mi largo
cabello suelto. Me senté en el banquito de madera color caoba, con
un cojín café claro, que se encontraba frente al espejo de mi peinadora, tome
mi cepillo y empecé a tratar de dejar más o menos presentable mi melena.
Me detuve y observe
mi reflejo durante unos segundos. Mi cabello, largo hasta los codos, ondulado
pero no en exceso y negro, era un rasgo heredado de mi padre, sus tres hijas
teníamos. Enfoque mi atención en mis ojos marrón oscuro, me recordaban tanto a
mi madre, al igual que mi piel morena clara, también heredada de ella. Sonreí a
medias y deje el cepillo sobre la peinadora. Yo era la que más se parecía a
mama, mis hermanas tenían un parecido muy inclinado a nuestra familia paterna. Por
reflejo mire la cadena de oro, la cual colgaba de mi cuello, con un dije en
forma de corazón, también de oro, que tenia grabado “Te amamos, C.” el último regalo de mis padres. Lo llevaba conmigo
todo el tiempo, era como un amuleto.
Mis padres;
Karina Curilem y Carlos Roses. Murieron en un accidente cuando yo tenía apenas
10 años y mis hermanas 13 recién cumplidos, hacia ya seis años exactamente. Iban
de regreso a nuestra casa en Seattle luego de hacer unas compras, un camionero
borracho se estampo contra su pequeño monovolumen negro. Desde ese entonces,
nos mudamos a Forks y vivíamos con tía Melanie, quien nos había criado y dado
todo, con mucho esfuerzo durante los últimos seis años.
Yo la adoraba
como a una segunda madre se le quiere, ella había sido muy valiente al
asumirnos a las tres bajo su responsabilidad. Aunque también el hecho estaba
algo ligado al hecho de que ella no podía tener hijos. Con nosotras se graduó
en la materia maternidad. Era nuestra única familiar en Forks, el resto de lo
que quedaba de nuestra familia paterna, unos tíos y un par de primos, vivían en
Seattle y la familia más lejana que tenia se ubicaba en Mississippi. La familia de mi madre, vivía en California y
ni siquiera los conocía. Ni me interesaba igualmente.
– ¡Caroline! –
escuche la voz de Camila hacer eco en el pasillo.
Sonreí antes de
ponerme de pie y empezar a correr. Yo le
sacaría canas prematuras a la pobre de mi hermana. Me apresure y guarde solo una libreta de
apuntes, un lápiz, mis llaves y mi móvil dentro de mi mochila beige. Era día
lunes, el inicio de mi última semana de instituto, estaba muy feliz por ese
hecho pero mi felicidad se veía eclipsada por el examen de matemáticas final.
Apurando mi paso
por las escaleras, las baje de dos en dos, intento no terminar con un yeso al
final de mi hazaña. Entre a la cocina diciendo un buenos días y aprovechando
darle un zape a Karen, antes de abrir el refrigerador, ella solo me saco la
lengua. Me reí y saque leche y busque mi cereal favorito, un tazón blanco, una
cuchara y prepare todo rápido, empecé a comer recostada a la alacena.
Karen y Camila
ambas de 19 años, comían una al lado de la otra, ambas sentadas en la pequeña mesa de madera
que se abría paso en el centro de la cocina. Y como era algo muy común ver,
comían en sincronía. Si, era de locos.
Pero cuando una masticaba la otra tragaba era algo jodidamente extraño, bueno,
cosas de mellizas. Aunque era en esos pequeños detalles que eran iguales, por
otro lado, sus personalidades y su físico eran completamente diferentes.
Camila, tenía el
cabello largo, brillante y negro como el carbón, con ondas rebeldes pero
perfectamente formadas. Casi siempre lo llevaba suelto, como esa mañana, era un
poco parecido al mío pero más bonito. Su
piel era morena clara como la mía, sus ojos eran de un café claro y cálido como
los de papa. Era menuda y de una estatura promedio, solo un poco más alta que
yo. Con facciones parecidas a las de tía Melanie.
Karen, tenía el
cabello negro, pero más oscuro que el de Camila y yo, era un negro azabache y
lo traía recogido en una coleta, sus ojos al igual que los de su melliza de un
café claro, su piel era igualmente morena, igual menuda y un poco más alta que
nosotras, y sus facciones eran casi idénticas a las de papa.
– Oye, ¿Le
contaste a Melanie que Fred le envió un paquete ayer? – preguntó Kammy a Karen.
Esta asintió mientras seguía desayunando.
Fred Harrys… el
esposo de tía Melanie. Era un completo idiota y para mi gran suerte estaba de
viaje hace unos meses por cosas de negocios.
Ahora para mi ventaja, el no estaría metiéndole basura en la cabeza a mi
tía y esta por ende me dejaría vivir… tenía varios planes, ir a la playa, Port
Ángeles a ver una película, había una de Ashton Kutchner, tenía que verla ese
hombre era tan ardiente…
– Hey ¿estás con
nosotros? – Dijo Camila, sacándome de mi
nube de pensamientos y planes, chasqueando los dedos frente a mi cara y alzando
una ceja – ¿En qué estarás pensando? – se llevo las manos a la cintura, observe
su linda y holgada blusa blanca.
– Si - trague -
En el problema de la capa de ozono – dije sarcástica – es un tema por el cual
todos deberíamos preocuparnos.
Mi hermana rio y
me alboroto el flequillo con su mano.
– ¿Nos vamos? – Dijo
Karen que daba el ultimo bocado a su desayuno y se colocaba su camiseta morada
sobre su blusa blanca – hoy hará un frio de los mil demonios – dijo mientras
tomaba su cartera y su abrigo.
Kammy acomodo
sus lentes, miro su reloj y tomo las llaves de su escarabajo azul claro, que se
encontraban sobre la mesa – Si, ya es tarde. Caroline, alcánzame mis cosas – le
pase su bolso, que se encontraba por alguna razón sobre el mesón de la cocina.
Termine
rápidamente mi desayuno, tome algo de agua y seguí a mi hermana, alcance a
Karen cuando estaba cerca de la puerta, ella se giro al escucharme y me abrazo –
¿Lindo despertar verdad? – pregunto con tono burlón.
La fulmine con
la mirada, ella solo rio y me halo para que salieron de casa de una vez, que
seguramente ya íbamos tarde. Tía Melanie se iba más temprano, por lo que ellas
siempre me llevaban al instituto, luego ellas se iban a su trabajo, en una
biblioteca y librería, las únicas allí en el pueblo.
Aun
no habían empezado la universidad, tenían planeado esperar a mi graduación e
irnos las tres a Seattle. Éramos muy unidas, a pesar de que frustrara a Camila
y Karen gozara empapándome la cara, éramos inseparables desde siempre. Una vez
en el auto, Karen puso un Cd de The
Black Eyed Peas y empezamos a cantar, mientras Camila se reía de nuestras algo
desafinadas voces durante el corto camino de mi casa al instituto.
Me dejaron en el
aparcamiento justo cuando el sonido del timbre anuncio la hora de entrada, con
paso apurado bajo la ligera llovizna que caía, me uní al grupo de alumnos que
caminaba al edificio donde tendría mi examen de matemáticas – Suspiré – odiaba esa asignatura. Llegue al aula
seguida de otros compañeros y estaba algo llena, al fondo vi la pálida mano de
mi mejor amiga señalándome el asiento que había guardado a su lado. Sonreí y en
el camino salude a algunos amigos que estaban con la cabeza entera metida en
sus libros, todos estaban muy nerviosos, y no los culpaba, no cuando se trataba
de los exámenes finales con el viejo Stevenson.
– Hola Caroline
– saludó Carlie Swan, mi mejor amiga, con una sonrisa blanca y deslumbrante,
adornando aun mas su muy llamativo rostro, y como no lo sería, si era la
perfección personificada.
Las facciones de su cara eran tan exactas que parecían
cinceladas, hechas tan perfectas a propósito de esa manera… nariz perfilada y
pequeña, labios rojos al natural, solo un detalle con su labio inferior que
parecía sobresalir solo un poco más que el superior, pómulos suficientes para
exhibir el tierno sonrojo que la caracterizaba…sus ojos, grandes y expresivos,
de un extraño color marrón chocolate, los cuales le daban un aire inocente y
qué decir del extraño color bronce que teñía sus bucles naturales, largos hasta
un poco más arriba de los codos. Su piel era blanca, no demasiado pero si lo
suficiente para notar lo extraño que era que poseyera ese color después de
haber vivido casi toda su vida en Brasil, hacia apenas dos años que se había mudado a Forks, luego de la muerte
de sus padres, ahora vivía con su tío Charlie, el ex jefe de policía ya
jubilado del pueblo.
Era demasiado bonita para ser una simple chica, le
había dicho miles de veces que considerara ser modelo o algo por el estilo.
– Hey Carlie – respondí
al tiempo que besaba su mejilla e inmediatamente me separaba para tomar asiento
a su lado – tan temprano como siempre – señale dejando mi mochila sobre el mini
escritorio blanco y cruzando mis brazos sobre la misma para apoyar perezosamente
mi cabella en ellos.
Se encogió entre
hombros con gesto inocente – Sabes que me gusta la puntualidad – se escudo - ¿Y
tú qué? Creí que llegarías más tarde, para estos exámenes siempre te quedas
dormida – me miro con diversión.
– Los nervios me
dan sueño – me queje bostezando - todos tenemos mecanismos de defensa y ese es
el mío – ella solo rió con un sonido muy parecido al producido por sutiles campanas.
Carlie
simplemente llevaba una blusa verde oscuro, manga corta, una falda de jean y
una perfecta coleta que solo deba un par de mechones sueltos a propósito, su
flequillo peinado hacia atrás, y unas botas beige. Era como estuviere en una
zona completamente cálida y todo el frio, que personalmente a mi me calaba
hasta los huesos, no le afectara en lo más mínimo.
Me enderece en
mi asiento y la mire alzando una ceja – Afuera cae llovizna, – señale la ventana que estaba a su izquierda,
cercana a nosotras, a través de la cual se podía ver como el cielo estaba
nublado y las gotitas de agua golpeaban el vidrio - hace un frio de locos ¿y tú sin abrigo? – Bufe
– enserio pareces un oso polar – abrace mi cuerpo y empecé a frotar mis brazos
sobre mi abrigo con la intención de que la fricción calentara mis fríos dedos – Yo estoy vuelta un cubo de hielo.
– Te he dicho
que el frio no me afecta mucho, podría decir que no lo siento como todo los
demás – murmuro con una sonrisa tímida,
como si quisiera hablar y a la vez no – ¿Lista para el examen? – pregunto
cambiando de tema.
– Nop – fui
sincera, agregándole una “p” al final de mi respuesta.
Rodo los ojos –
Te dije que podría ir a tu casa a ayudarte con los ejercicios – me recordó – si
quieres tener unas vacaciones
presentables es necesario que no repruebes… – empezó a regañarme pero la
detuve.
– Sé que podías
hacerlo, pero no quería que perdieras tu tiempo en vano – me reí para nada
preocupada por la situación – Mis hermanas, me explicaron, ambas intentaron que
algo entrara en mi cráneo – con suavidad golpe mi puño contra mi cabeza dos
veces haciendo un sonido extraño con la boca para que pareciera que producía un
sonido de eco.
Soltó una sonora
carcajada – Estas loca, Roses – negó con la cabeza – Espero que hayan podido.
-See, esperemos
eso, Swan – bostece de nuevo – tu como siempre estas tan tranquila. Enserio,
das miedo, no sé cómo puedes ser tan inteligente. El viejo Stevenson te adora,
estoy segura que si no fuera porque iría a la cárcel por corromper a una menor,
te pediría matrimonio, o algo por el estilo.
Rodo los ojos y
se rió – Los nervios a parte de darte sueño, adulteran de alguna manera tus
neuronas, Caroline. No puede ser posible que hables tanto disparate y que sea
normal – dijo burlándose.
Golpee su
costado con mi codo, pero rápidamente lo esquivo antes de que pudiera tocarla.
Tenía muy buenos reflejos – ¡Ash! Odio tus geniales reflejos – refunfuñé.
Me saco la
lengua mientras reía – Es un don, los mortales con dos pies izquierdos no lo
entienden – respondió fingiendo tono engreído, burlándose de mi torpeza
ocasional.
La mire con los
ojos entrecerrados, fingiendo estar molesta – Que modesta – bufe.
– Sí – respondió
muy apegada a sí misma – la modestia es el segundo nombre de un Cu… – se cayó de repente, abrió mucho los ojos y
frunció el ceño.
– ¿Qué pasa? –
quise saber.
– Nada – susurro cortante.
– Te has callado
de repente – insistí – ¿Qué pasa? ¿Segundo nombre de un Cu…? ¿Qué Cu…? – presione
mirándola seria.
Negó
frenéticamente con la cabeza y esquivo mí mirada – Nada – repitió- Es que recordé que… aun me cuesta calcular
algo en un ejercicio – mintió descaradamente, ella sabía que no le había creído
ni iba a dejar el tema de lado, Carlie lo sabía porque me conocía perfectamente
igual que yo a ella, como ese gesto de negar con la cabeza frenéticamente y no
mirarme cuando intenta mentir. Ignorándome, saco su libreta y la abrió sobre la
mesita, fijo su vista en ella, como si de verdad estuviera estudiando. Fruncí
el ceño y clave mi vista en la pizarra, que estaba un par de escritorios más
adelante, frente a nosotras.
Muchas veces se había cortado como en ese momento,
algunas veces decía algo y lo arreglaba hasta hacerme un lio y no entender
porque había dicho lo que había dicho.
Ella ocultaba
algo, tenía un secreto y algo me decía, por su negación a contarlo, que era
bastante oscuro. Respetaba lo que sea que ella no quisiera contarme, aunque me
hería un poco, después de todo, éramos como hermanas, ella sabía todo sobre mí
y yo sabía justo lo necesario, no era justo.
– Siempre te
callas a mitad de frases – murmure en voz baja para que solo ella pudiese escucharme
– como si temieras que tus palabras, me dieran a entender aun más de lo que
quisieras.. Sé que me estas escondiendo algo y sea lo que sea quisiera que
alguna vez me tuvieras la suficiente confianza como para contármelo – solté
harta de que no confiara en mi.
No dijo nada. Yo
solo busque mis apuntes y fingí repasar, al igual que ella. Escuche un suspiro
un par de segundos después.
– Estoy cansada
de esto – confeso entre murmullos muy bajos, me voltee para mirarla – Tienes
razón, y no es que no confié en ti es solo que es algo que no solo me afecta a
mí, si no a las personas que amo – admitió por fin haciendo una mueca mientras me
miraba nerviosa.
– ¿Es malo? –
pregunte sin poder evitarlo, la sombra que parecía estar rodeando sus palabras,
parecía ser bastante espesa.
– Depende del
punto donde lo mires – frunció el ceño.
– Soy tu mejor
amiga, sé que no lo veré tan mal – la anime.
No hablo.
Suspire frustrada.
– Buenos Días.
Saquen sus lápices y borradores, hora del examen – escuche la voz del viejo
calvo y gordo que entro al aula, nuestro profesor de matemáticas, lo maldije
por interrumpirnos.
Ella sonrió de
lado avergonzada – Necesito analizar las consecuencias, dame tiempo – susurro
mientras guardaba sus cosas y las hojas de prueba llegaban a nuestras manos.
Carlie salió del
examen muy rápido como de costumbre, el profesor la felicito, era su alumna
prodigio. Yo me tarde un par de minutos antes de lograr concentrarme por
completo en los ejercicios que definirían mis vacaciones, aunque no podía dejar
de pensar en el secreto que me acababan de casi-contar, me obligue a dejarlo de
lado. Alrededor de una hora, desde el inicio del examen, tuve todo resuelto y
sintiéndome confiada y tranquila de que había aprobado deje sobre el escritorio
la hoja.
– Que rápido,
señorita Roses. Al parecer esta vez se ha tomado enserio la materia – dijo el
profesor antes de que pudiese retirarme, yo le caía tan bien a él, como él a
mí, y eso era nada.
– Son las ansias
de no verlo los próximos meses – respondí con una sonrisa amable antes de salir
a toda prisa del lugar buscando a Carlie.
No había dado ni
siquiera tres pasos fuera del salón cuando me tomaron por el brazo y me detuve
– Aquí estoy – parecía nerviosa – vamos a la cafetería, nos están esperando,
los chicos han salido de clases, te estaba esperando.
Asentí y empecé
a caminar entre el montón de alumnos que iban y venían por el pasillo del
instituto, junto a ella.
– ¿Has pensando
las fulanas consecuencias? – dije tratando de sonar despreocupada un momento
después.
Con el rabillo
del ojo vi como se envaro y su rostro denoto tensión – Si. No puedo contártelo
– respondió cautelosa, giro su rostro para ver mi expresión.
Puse mi cara sin
ninguna emoción, como si aquello no me frustrara. Era su secreto. Respetaba su
silencio, pero con las cosas que había dicho estaba empezando a preocuparme un
poco. Parecía ser algo muy serio y de ser un problema yo quería ayudarla a
solucionarlo.
¿Qué sería tan serio como para que ella no pudiese
contarme?
– Está bien – mi
tono trato de ser relajado pero sono a reproche sin
que pudiera evitarlo.
Suspiro
sonoramente – No puedo, Line…es decir, no ahora... Tu sabes que hay algo y si
no lo cuento las cosas entre nosotras cambiaran y si hablo igual. No tengo
salida. Solo confiar en ti – hablaba es voz baja, muy cerca de mí.
– No entiendo
porque tanto misterio ¿estás en un cartel de drogas o algo por el estilo? –
imite su tono.
Ok, ya había empezado a ponerme paranoica.
Su carcajada me
hizo dar un salto por la sorpresa, se oía nerviosa pero mi comentario le había
hecho bastante gracia, bien por ella, a mí en absoluto. Gruñí molesta. Sus
risas se calmaron pero me observaba con cara una gran sonrisa surcando en sus
labios.
– Estás viendo
demasiada televisión.
– No daré más
conclusiones porque sé que ninguna será acertada, mejor simplemente dilo.
De la nada su rostro
tomo una expresión preocupada - Tienes razón, no creo que lo adivines.
Suspire – ¿Me lo
dirás algún día? – pregunte esperando tener una respuesta positiva.
– ¡Chicas! –
escuche la voz de Michael y me volví
para notar que habíamos llegado a la cafetería. Estaba tan sumergida en mis
pensamientos que apenas había notado nuestro avance. Maldije para mis adentros.
Cuando estaba a punto de conseguir algo. Nos interrumpían.
Nos sentamos con
nuestros amigos, Yeleh – era menuda, de ojos y cabello color café claro – Ginna
– cuerpo de súper modelo y ojos verdes acompañados de una cabellera rubia y
larga - Y Michael – cuerpo atlético, cabello negro y unos hermosos ojos
azules.
Ellos ya tenían
sus charolas llenas de frutas, pizzas o vegetales. Carlie y yo, no comíamos
allí, ambas lo hacíamos en casa. Nos quejamos de lo complicado de alguno de los
ejercicios del examen, ellos hicieron lo mismo pero referente a su prueba de
literatura, nos burlamos de un par de putillas, lo típico.
– ¿Notaste como
Joshep Evans no le quita los ojos de encima a Carlie? – comento Yeleh. Sus ojos
cafés se centraron en un punto ciego tras de mí, supuse que allí se encontraba
Joshep, uno de los chicos más cotizados del instituto, alto, musculoso, rubio
con unos enigmáticos ojos azules.
Carlie se
sonrojo – No digas tonterías.
– Es la verdad,
a penas entraste a la cafetería centro los ojos en ti – completo Ginna mientras
se llevaba una manzana a la boca. Sus ojos verdes parecían fijarse en el mismo
punto que Yeleh.
– Da igual,
nuestra querida Carl, no tiene ojos para él – Michael suspiro de manera
dramática – Aunque esta como quiere – dijo mordiéndose el labio…ok, les cuento Michael es gay – si
jugara en mi liga seriamos la pareja perfecta – suspiro y sus manos estuvieron
a los lados de su rostro y cerró los ojos, sonriente. Soñando con su propia
historia de amor entre el capitán del equipo de futbol y el.
Imposible.
Yeleh se rio de
Michael – Pues cariñito deja de soñar que él juega en la liga que debe.
Mire a Yeleh
fijamente reprendiéndola mentalmente por su comentario. Ella simplemente se
encogió entre hombros, haciendo cara inocente.
Mickie Abrió sus
ojos azul zafiro – La verdad da igual – dijo el haciendo un movimiento
afeminado con su mano, era demasiado anti parabólico hacían oídos sordos a los
comentarios que podrían lastimarlo – Carlie
está enamorada de otro chico – Sentí como la aludida se tenso a mi lado – pero
no nos cuenta – termino fijando sus ojos en Carl, de una manera que podía
calificarse como intimidante.
– Sí, pienso lo
mismo ¿tienes algún sospechoso? – pregunto Yeleh interesada mientras bebía de
su refresco.
Él frunció el
ceño - La verdad no, al menos no de aquí del instituto.
Yo tenía un
sospechoso en mente, pero no lo diría.
Hace tiempo había notado lo que mis amigos acababan de decir, ella nunca
hablaba de chicos, cuando se le tocaba el tema le restaba importancia
calificándolo como nulo. Su mirada era careciente de emoción con los muchachos
que la invitaban a salir pero luego lo veía a él… y sus ojos brillaban y su
sonrisa era permanente, como si fuera su persona favorita en el mundo, que
estaba segura que era así.
– Hoy hablan
solo tonterías, no estoy enamorada de nadie – se defendió mi amiga, cruzándose
de brazos.
– He visto como
todos los chicos mas buenos de este lugar te invitan a salir y no aceptas a
ninguno – intervino Ginna – ni siquiera Joshep que esta tan ardiente como el
desierto del Sahara – suspiro sobre actuadamente y movió sus manos en forma de
abanico frente a su rostro – Solo hay dos explicaciones, hay alguien más o eres
lesbiana.
Carlie abrió
mucho los ojos al escuchar la segunda opción - ¡Que cosas dices! – exclamo
molesta y avergonzada, todos empezamos a reír, Ginna estaba loca.
Sonó el timbre.
Carlie se puso de pie muy rápido, más rápido de lo que creí posible, como si
quiera salir corriendo de allí, la seguí por simple reflejo y vi que Michael
también lo hizo un segundo después, pero lentamente –Ya déjense de hacer
hipótesis sobre mi vida amorosa – se quejo.
– Estas
admitiendo que la tienes – ataco Yeleh con una ceja alzada.
– Mi único amor
es Leonardo DiCaprio – respondió ella – y eso ya lo sabían. No soy lesbiana,
así que Ginna no sueñes que no eres mi tipo – rodo los ojos y se rio al tiempo
que empezábamos a caminar a clases y Michael venia con nosotros, puesto que en
esa si estábamos juntos.
Entramos a la
siguiente clase. Literatura. Era una de mis favoritas, pero en esa ocasión no
se me fue posible prestar ni un poco de atención aunque lo hubiera deseado con
todas mis fuerzas. Mi mente viaja lejos de allí, sacando conclusiones del
comportamiento y palabras de mi mejor amiga, pero cada teoría parecía más poco
probable y demente que la an terior, así que opte por convencerla de contarme. Cuando
la profesora Ramírez centro su mirada en el libro mientras nos leía un
fragmento de no sé qué cosa, escribí rápidamente en un pedazo de papel:
“Me
voy a volver loca y hasta saque la teoría que eres una de los cuatro
fantásticos. Necesito saber qué es eso que tanto escondes. Sabes que puedes
confiar en mí, Carl”
Se lo pase a
Carlie, estaba frente a mí, sentada junto a Mickie que ya técnicamente estaba
dormido con el rostro clavado en su libreta.
Ella lo recibió y recibí una respuesta más o menos unos diez minutos
después. Me encogí al notar como la perfecta caligrafía de mi amiga hacia ver
la mía como la de un niño de preescolar.
“Después de clases. Este no es el lugar más adecuado. Ahora
pon atención, tenemos examen final pasado mañana de esta lección”
La clase paso
increíblemente lento. Trate de prestar algo de atención y tomar algunos apuntes,
pero no podía evitar moverme inquieta, mi compañera de mesa, Lilly Brett me
miraba extraño, pero no le preste demasiada atención. Cuando por fin sonó el
timbre de salida, se nos informo que el profesor de biología no asistiría por
lo que ya éramos libres de irnos a nuestras casas. Por lo que ya sería el
momento de que Carlie me contara que ocultaba, antes de que mi cerebro
estallara.
Salimos del aula
una a lado de la otra, en silencio. Michael se quedo dentro del salón
arreglando un asunto sobre no se qué trabajo junto con Lilly. Por otro lado,
Carlie se veía nerviosa y más pálida de lo normal.
– Jacob esta
esperándonos en el estacionamiento. Sé que tus hermanas salen a la hora del
almuerzo, y como aun es media mañana creo que lo mejor es que aclaremos esta situación
de una vez, te llevare a tu casa luego de que... hablemos... – rompió el
silencio mientras caminábamos.
Asentí – Hey,
calma lo que sea que vayas a decirme no puede ser tan grave como para que
sufras un infarto por los nervios - ella
sonrió a penas, sus ojos achocolatados resaltaban aun mas en su ahora muy
pálido rostro.
– Es que no te
imaginas la bomba que voy a soltarte.
– Dímelo. Te
prometo no desmayarme – bromee.
Ella rio
nerviosa y cruzo los brazos abrazándose a sí misma con fuerza– Créeme eso
espero – susurro.
Salimos del
instituto, había dejado de lloviznar, pero igualmente acomode la capucha de mi
abrigo en mi cabeza, seguía haciendo frío. Visualicé a distancia, a un moreno,
alto y musculoso que sonreía ampliamente, Jacob Black, primo lejano de Carlie, recostado
a Volkswagen rojo, mirando en nuestra dirección, o más bien, para ser más
exactos, en dirección a la chica de cabellos dorados que me acompañaba. Me gire y una vez más note
lo que siempre cambiaba en el semblante de mi mejor amiga, como de costumbre sus
ojos se iluminaron, casi hasta echar chispas, y su sonrisa, era tan grande que
podría encalambrar sus mejillas. Uní
cabos y concluí.
– ¿Estas
embarazada? ¿Esa es la bomba? ¿Te has tirado a tu primo Jacob? – fue lo primero
que llego a mi mente.
Ella dejo de
sonreír de golpe y volvió su vista a mí, abrió mucho los ojos hasta el punto de
pensar que se saldrían de sus cuencas y su rostro recupero el color pero ahora estaba
de un intenso color carmesí.
– ¡No! – Exclamó
dos segundos después – ¡Claro que no!
Me encogí entre
hombros ante su reacción – No lo sé… tanto misterio… – empecé a excusarme.
– Si piensas que
eso es lo que oculto estas muy equivocada -
bufo y acelero su paso – es algo que va más allá de eso – murmuro aun
sonrojada.
La seguí,
intentando seguir su paso sin caerme, lo de mis dos pies izquierdos a veces me
fastidiaba – Lo siento, estoy paranoica…. esto… esto es tu culpa sabes que
estoy loca ¡y bajo presión empeoro! - suspire - además, son primos ya se… -
rodé los ojos, mientras en mi interior no terminaba de creer que algo entre
ellos fuera imposible.
– Ese es otro
punto que tenemos que aclarar – esta vez fue su turno de suspirar, me miro y
frunció el ceño – por ahora, déjame hablar a mí, saldremos de aquí y te lo
contaré todo.
No volvimos a
cruzar palabra alguna lo que resto de camino hacia el Volkswagen rojo. Una vez
estuvimos cerca, Carlie camino un poco más rápido y se acerco a abrazarlo, el
correspondió el gesto, cubriéndola con sus grandes brazos y alzándola, ya que
su altura era por mucho mayor a la de mi menuda amiga. Escuche como resonaron
un par de besos, que obviamente fueron en la mejilla y un murmullo que apenas
pude distinguir como un “yo también te
extrañe”.
Me cruce de
brazos y observe la escena, sonreí algo enternecida por el cariño y me
atraviesa a decir amor, que irradiaban. Estaba tan claro como el agua, y
considere por un momento que mis amigos posiblemente también habían notado lo que
yo, entre Carlie y Jacob, pero por respeto o tal vez por discreción no lo decían.
– Hey, Jake –
saludé al grandulón una vez que dejo a Carlie de nuevo en el suelo,
inmediatamente, como si fuera algo automático, él la abrazo por los hombros,
apretándola hacia él, y claro, ella estaba tan sonrojada como un tomate pero su
sonrisa decía que estaba completamente a gusto.
– Caroline – sonrió
amablemente ante mi saludo, haciendo así que sus dientes relucieran sobre su
piel morena rojiza, beso mi mejilla en
modo de saludo y el contacto contrasto nuestras temperaturas, el siempre parecía tener fiebre.
Jake, como
solían apodarlo, era un buen chico, muy simpático y agradable, era un gran
amigo. Esa mañana, llevaba una camiseta blanca que se adhería a sus muy
musculosos brazos y amplio pecho, era como si se hubiera pasado toda la vida en
el gimnasio. Cualquier chica babearía por él, incluyendo a Carlie y por ende
excluyéndome a mí. Ellos eran primos lejanos, pero en el fondo sabia que ellos
estaban enamorados. Muy enamorados.
– ¿Te llevamos a
tu casa? – me preguntó.
– No – corto
Carlie antes de que yo pudiese contestar, el se volvió a mirarla, al escuchar
su respuesta – vamos al bosque – pidió con el ceño ahora fruncido, ya se había
reventado su burbuja de felicidad.
– ¿Por qué allá?
– Pregunto el moreno confundido, al igual que yo – Charlie dijo que podíamos
pasar la tarde juntos el no estará…pensé en ir a…
Siempre juntos, haciendo planes ¿Primos? ¡Sí, claro! – sarcasmo
mayúsculo.
– Jacob – corto
ella y el la miro extrañado por su tono y ella le dedico una mirada fija y casi
asustada – es importante, llévame al bosque por favor, Caroline va a conocer a
Renesmee Cullen – su voz fue bajando de volumen hasta volverse un susurro en
sus dos últimas palabras.
Jake abrió
muchísimo los ojos, claramente sorprendido ante lo que sea que significara lo
que Carlie había dicho – ¿Quién era
Renesmee Cullen? y ¿Qué tenía que ver con el secreto de Carl? – Sin
embargo, casi al instante me miró y trato de disimular y controlar su expresión
- Carlie que… ¿qué estás diciendo? – le
susurro, pero pude escuchar perfectamente.
– Lo que oíste
Jake, vamos a acabar con esto. Estoy cansada de esconderme – respondió ella
segura – Entra al auto – casi me ordenó y dudando un poco lo hice sin preguntar
absolutamente nada.
El moreno
manejaba callado y Carlie igual, era muy extraña toda esa situación, aun mas
cuando entre ellos nunca había silencios, me sentía incomoda. El nombre extraño
que había dicho mi amiga rodaba por mi mente una y otra vez. Renesmee Cullen… alguna vez había
escuchado ese apellido…en alguna parte, pero no recordaba donde.
El auto se metió
entre la maleza, unos 30 minutos más tarde, y yo empecé a sentirme muy
nerviosa, tanto que caía a raya de estupidez, nada podía ser tan malo, pero
todo el misterio que ella le daba a esto terminaba poniéndome paranoica.
– Llegamos Jake,
detente aquí, por favor – hablo ella con
voz monótona y el detuvo el auto en una especie de prado, a penas alumbrado por
los pocos rayos solares que las nubes dejaban colar, no me detuve a apreciarlo,
simplemente era consciente de que muchos árboles nos rodeaban. Ella sin decir
nada, bajo del auto y yo hice lo mismo, casi al mismo tiempo, empezó a caminar
a lo que parecía el centro del lugar, yo la seguí en silencio, a sus espaldas.
– Carlie… piensa
bien lo que vas a hacer sabes cómo se pondrán… - dijo Jacob bajando del auto,
apresurado como si quisiera detenerla.
¿Pondrán?¿quiénes? ¿Por qué Jacob estaba tan
inquieto con esa situación? ¿Qué tenía el que ver? Se me hizo bastante natural
que el supiera el secreto de Carlie, después de todo entre ellos no había
secretos, ninguno a parte de el amor que se tenían y mantenían en silencio…
– Lo sé, se que
querrán matarme pero ella merece saberlo, confió en ella.
El moreno hizo
una mueca – Te apoyare en lo que decidas – prometió y ella lo miró agradecida,
luego enfoco sus orbes en mí.
– Quiero que
escuches atentamente todo lo que voy a contarte – pidió y yo asentí inmediatamente – Si al final
quieres salir corriendo te dejaré hacerlo, estarás en completa libertad de
hacerlo – aseguró – Pero si cuentas a alguien lo que te diré, arruinaras mi
vida y lo más seguro no vuelvas a verme, así que por favor, te pido que guardes
mi secreto como si fuera tuyo…
– Mierda, Carlie
dímelo de una vez – pedí ansiosa – me
tienes con el alma en un hilo, estoy nerviosa ¿Porque estamos en el bosque?
– Necesitaba un
lugar discreto, donde estuviese segura que nadie más que tú escucharía.
– Pues aquí
estamos – me cruce de brazos – habla.
– Eres mi mejor
amiga – empezó – la que nunca creí tener, y cuando digo que nunca lo pensé, es
porque eres exactamente el tipo al que menos le conviene ser mi amigo, en
cierto modo, aunque yo lo veo de una manera diferente, porque sé que nunca te
lastimaría – respiro profundamente – Te he estado mintiendo todo este tiempo –
confesó y yo la mire completamente perpleja – me he sentido mal por ello,
porque tú me has contado tus más profundos secretos, has confiado plenamente en
mí y yo solo he estado ocultándote quien soy.
– ¿Mentirme? –
repetí sintiendo la decepción embargarme, yo odiaba las mentiras y ella lo
sabía mejor que nadie.
Asintió – No he
estado cómoda con eso, pero de esto se trata esta vida al menos para los míos,
debemos mentir para poder socializar, para lograr encajar lo mejor posible –
explico y nerviosamente paso su mano derecha por su frente como si aquello le
costara un esfuerzo físico – Cuando te conocí, hicimos clic de inmediato, eres
el tipo de chica que confía y acepta a los demás, eres en cierto modo muy
inocente y eso me hizo más fácil por un lado, pero por el otro, enserio había
momentos en los que quería soltar todo de una vez, decirte toda la verdad sobre
mi y saber si me aceptarías aun con ello ¡pero no podía! ¡Aun no puedo hacerlo!
Al ver lo mucho
que le afectaba esa situación, no pude molestarme por el hecho de que me había
mentido, no sabía en qué, pero de alguna manera había traicionado mi confianza,
sin embargo, era mi mejor amiga y aquello la estaba lastimando de algún modo.
– ¿Quieres
decírmelo? – pregunté lo más calmada posible, ella asintió su mirada seguía
viéndose asustada – Hazlo – casi le ordené – confía en mí como yo le hecho en
ti – pedí.
Sus manos se
hicieron puños y cerrando los ojos para luego tomar una respiración profunda,
infundiéndose valor dijo – Aun no debo hacerlo, son las reglas – murmuro – Si
te lo cuento estarás dentro de esto y no abra salida – dijo con tono de
advertencia, mirándome seriamente.
– ¡Por Dios,
dilo ahora! – exclame histérica.
– Caroline soy
un vampiro – soltó la oración a una velocidad increíble pero la entendí.
– ¿Vampiro? - pregunte sintiendo una punzada en mi
estomago, sin saber muy bien porque. La palabra se quedo atascada en mi mente,
repitiéndose una y otra vez, sin encontrarle sentido alguno.
Nos quedamos en
silencio, mirándonos fijamente, ella esperando mi reacción y yo esperando
alguna por parte de ella, un momento después, la primera reacción en hacer
presencia fue la mía. Una risa incontrolable ¿Enserio creía que me iba a joder con eso? ¿Enserio creía que le iba a
creer? Cuando empecé a reírme su rostro se vio sorprendido y se cruzo de
brazos, imitando mi posición y frunció el ceño.
– Te digo la
verdad y no me crees. Prefieres las mentiras, entonces – murmuro dolida
mientras miraba sus botas beige.
Seguí riéndome –
Por Dios, Carlie. Si no quieres decirme la verdad, vale. Pero no me jodas ¡esto
es ridículo! – seguía riéndome – no esperaras que te crea eso.
– ¿Quieres
pruebas? – su tono casi me sonó a desafío.
Antes de que
contestara desapareció frente a mis ojos, parpadee repetidas veces,
completamente desorientada, mire a mi alrededor sin encontrar rastro de ella.
Me gire bruscamente en dirección a Jacob y este simplemente estaba recostado a
su auto, con sus manos metidas en los bolsillos y con una expresión preocupada.
– ¿Dónde está? –
le pregunte sin rodeos.
– Te está dando
pruebas – respondió simplemente.
– Pero que… - Alguien
toco mi hombro haciendo que dejara lo que iba a decir atascado en mi garganta,
voltee de inmediato con tanta rapidez que trastabille, mi corazón dio un salto
tan fuerte que lo sentí como un golpe en el pecho, allí estaba Carlie – ¿Cómo
has llegado tras de mi tan rápido?
– Los vampiros
somos rápidos – volvió a desaparecer y mis piernas se sintieron débiles cuando
la vi a un lado de Jacob en cuestión de segundos, volvió a desaparecer y
aparecer a cada segundo en lugares diferentes, yo solo miraba a todos lados,
viéndola casi doble, podía sentir como mi corazón empezaba a latir desembocado
mientras mi cerebro ataba cabos y asimilaba lo que mis ojos veían.
Luego de ese juego de desaparecer y aparecer
para hacer estallar mis nervios, se detuvo frente a mí, yo estaba estática mirándola con
los ojos muy abiertos – Soy hibrida, mi padre se transformo hace más de un
siglo. Conoció a mi madre hace once años siendo ella aun humana, permaneció siéndolo
hasta que se embarazo. Luego cuando nací ella fue transformada, pero herede
condiciones humanas. Por eso mi corazón late y tengo una temperatura
considerable, poseo sangre y varias características que me permiten encajar con
facilidad como una chica mas, sin levantar sospechas. Pero también tengo de mi
padre, soy rápida, y tengo los sentidos muy desarrollados, puedo escuchar los
latidos de tu corazón e incluso puedo escuchar lo que está pasando a metros de
acá. Hay un rebaño de venados.
Yo solo
observaba en silencio, y sus palabras no terminaban de tener sentido para mí.
– Te estoy dando
verdades esto querías. Me estoy quitando la máscara - soltó mirándome
desesperada – necesito que digas algo – suplico.
– Esto es
imposible… - dije con voz quebrada, mi voz sonó tan baja que creí que no me
escucharía.
– Es la
verdad... por favor no tengas miedo - me pidió y se me hizo imposible concederle
lo que pedía - Mi familia y yo somos vegetarianos, solo nos alimentamos de
sangre de animales. Respetamos la vida humana…tratamos de ser lo más humanos
posible. No te haría daño, ellos tampoco...
– ¿Vegetarianos?
– Repetí y mi voz sonó tan ronca que no parecía mía, ella asintió y yo solo
trague grueso – ¿Hay algo más que deba saber? – dije sarcástica y tratando de
controlar el temblor que el miedo había esparcido por todo mi cuerpo.
Alzo su mano en
mi dirección – Dame tu mano. No te hare daño – prometió.
Alce mi mano
lenta pero seguramente hacia la suya – Se que no me harás daño - de eso estaba
segura, de alguna manera seguía confiando en ella.
Ella sonrió a
medias al tomar mi mano apretarla suavemente
– Un gusto, mi nombre es Renesmee Cullen – escuche su voz pero no movió los
labios.
-¿Ha…Has
sido…tu? – Pregunte tartamudeando al notar lo extremadamente extraño que había
sido lo último, ella asintió – ¿Co…Cómo has hecho e…eso? - tartamudeé sin voz.
– Puedo
comunicarme sin necesidad de hablar, puedo entrar en tu mente – volví a
escucharla sin dar señales de habla, afirmando los hechos y bruscamente aparte
mi mano de la de ella, por puro reflejo, sintiendo un miedo horrible, un frio
en todo mi cuerpo que me decía peligro.
Sin pensarlo
demasiado, corrí lejos de ella, escuchando como gritaba mi nombre a mis
espaldas, ignorándola por completo seguí mi ridículo intento de huida, cayéndome
varias veces. No sabía si me perseguía o no, pero sentía miedo, mucho miedo. No
supe cuando tiempo pase en el bosque hasta notar que me había perdido. Empezando
a llorar por la histeria que me producía el momento. Me detuve, con mis pulmones
necesitando oxigeno con urgencia. Mis piernas dolían, no podía más.
Mi respiración
se corto cuando escuche un gruñido tras de mí. Entonces vi a un gran animal,
tan grande como un caballo, pero con el aspecto de un lobo. Abrí mucho los ojos
y me di por muerta, el se quedo frente a mí, mirándome como si me conociera, su
pelaje era de un oscuro color rojizo. Retrocedí un par de pasos, lentamente,
dejándome guiar por mi instinto de supervivencia, fue allí cuando tropecé con
algo y lo último que recuerdo es que perdí el equilibrio.
Hola Chicas! Oficialmente ya es Viernes en mi país no se en el de ustedes Jaja :D pero bueno, !El primer capitulo! *-* estoy tan nerviosa e.e enserio u.u espero sea de su agrado esta nueva idea que ronda por mi mente :X si es o no así, déjenmelo saber Si? con un comentario si les da lata aunque sea en el Cbox o algo :L el punto es que !quiero saber que opinan!
Tambien, que les parece la nueva imagen del blog? :D aun faltan varios detalles pero por falta de tiempo no los tengo cubiertos aun u.u pero pronto! :) por otro lado, pienso publicar varios Fics *-*" estoy a toda marcha con eso, unos que me prestan y otros que ya tenia hahaha :P pero por los momentos estoy de lleno con Entre Terceros :x dígame si va valiendo la pena mi dedicación e_e
Bueno, sin mas que decir. Espero merecer algún comentario! :D
Besos :*
Carito Ramirez :3
10 Palabritas que me inspiran :):
:O ME ENCANTÓ! está super bieen! *-*
me reí un montón con las conclusiones de Caroline, aunque la ultima fuera mas seria tambien me reí xD
y con la charla de sus amigos xD
Que si vale la pena? Pues claro! por lo menos en mi opinion este fic es fantastico! *-* Y la imagen está muy bien! :D
bss, cuidate
:O auuuu me fascinooo esta increible el cap y la nueva imagen *_* porfa publica pronto y debo decirte q esta super la historia LA AMOOOO publica pronto ya quiero que se conozcan caroline y setthh oh dios va a ser genial!!!
besos bye.
Isis Black.
Me encantaa! publica pronto el proximo capitulo lo espero con ansias!... besos :)
Muy bueno el capitulo!!!!
Publicaras todos los viernes??
Wow¡¡¡¡¡¡ lo ame enserio¡¡¡¡ me encanta¡¡¡¡¡ wowowowowo Reneesme Cullen¡¡¡¡¡¡ oh yeah¡¡¡¡ esto esta de lo mejor¡¡¡¡ me encanta¡¡¡¡ enserio¡¡¡ te has tirado a tu primo?? ahahahah casi muero de risa xD OMG se lo dijoooo¡¡geni me encanta la historia¡¡^^ sigue asi me encanta enserio me ENCANTA¡¡¡¡¡
Que si vale la pena???? pero por supuesto ni siquiera hay que preguntar mira que con solo leer el primer capitulo ya estoy atrapada en esta historia que se ve fabulosa, asi que adelante Caro y gracias por compartirla.
Besos
Claro que vale la pena leer!!
Sobre todo cuando algo es escrito con el corazon y mucho cariño
Felicidades Caro!!
Eres puro talento!!
Rayos!!! hacia ya un buen tiempo que no visitaba tu blog pero esta hisoria esta G E N I A L la seguire leyendo el resto de la tarde y te ire comentando, prometo ponerme al dia con tus historias. Saludines desde Mexico
Kopy
hola podrias seguirlas soy melanie jazmin portilla
wow con solo leer el primer capitulo ya me atrapo la historia en verdad esta muy interesante y da mucha risa enserio no se como haces para escribir tan bien te felicito eres increible.
Publicar un comentario