Entre Terceros ~ Capitulo 25 °Kriptonita°

POV CAROLINE. 


Ir o no ir… mierda.

Tenía alrededor de quince minutos tratando de decidirme. Ya eran pasadas las cinco y yo seguía en mi habitación, caminando de un lado a otro con ansiedad. Nunca me había caracterizado por ser indecisa pero las palabras de Renesmee seguían retumbando en mi mente sin parar… 

“– Solo trata de no herirlo tanto, por favor… A ninguno de los dos.”

¿Porqué alguien tenía que salir lastimado? Renesmee estaba exagerando todo. Seth solo me parecía perfecto por esa cualidad de los inmortales de ser hermosos para deslumbrar a los humanos… Si, era solo eso. Además, Seth y yo simplemente éramos un par de simples conocidos que saldrían porque tenían un tema en común: Lobos. Yo tenía preguntas y el estaba dispuesto a responderlas pero… ¿Por qué? Yo no podía interesarle de la manera en que Carlie creía… Simplemente le había simpatizado una muy estúpida humana sin sentido de supervivencia y por ese hecho aclararía sus dudas para que dejara de joder… sí, eso era exactamente lo que pasaba.

¡No me jodas Caroline Roses! ¡Él chico estaba coqueteando descaradamente cuando te propuso salir! ¡Deja de negarte las cosas! 

“–… Solo estoy tratando de que salgas conmigo con una patética excusa, lo sé, pero no pierdo nada con intentar.

Me carcajeé sonoramente al tiempo que, sin poder evitarlo mis mejillas se calentaban – ¿Por qué quieres salir conmigo? - pregunte cautelosa. 

– Tengo derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado en mi contra, no responderé ninguna pregunta si no salimos.” 

Rodé los ojos y me encontré sonriendo como estúpida ante mi recuerdo e inmediatamente deje de hacerlo reprendiéndome a mí misma. Sin embargo, otro recuerdo relampagueó en mi mente casi inmediatamente. 

“– Tengo una excelente memoria, tanta como para recordar el bonito vestido blanco que lucias el día en que te conocí, el antifaz con detalles dorados y tu cabello suelto cayendo sobre tus hombros, así como también cada palabra que dijiste y expresión que hiciste… – abrí los ojos un poco más de lo necesario al escucharlo, me sorprendió que recordara todo con tanta precisión. – ¿Quieres saber a qué se debe qué olvide algo tan urgente? 

– S…i…si – respondí tartamudeando, estaba muy aturdida. 

– El problema no es mi memoria, lo que pasa aquí es que tienes el don de hacerme olvidar hasta mi propio nombre cuando me miras y sonríes a la vez… es tu culpa no mía – su tono fue bajo, casi un susurro, se dio la espalda abruptamente, y empezó a alejarse de mí a toda prisa, dejándome parada, con las manos hechas puños a los lados de mi cuerpo, con el corazón latiendo desembocado, un furioso sonrojo calentando mis pómulos y las estúpidas mariposas en mi estomago haciendo acto de presencia.” 

- Oh, mierda, mierda, mierda – murmuré sentándome en el borde de mi cama – ¡Seth ha estado coqueteando contigo Roses!... eso no tiene mucho sentido… ¿Qué puede ver un perfecto inmortal en ti?... eres simpática y todo el rollo, pero ¡una simple humana sin ningún rastro de perfección! ¡¿Qué demonios se traen estos inmortales conmigo, Dios?! ¡¿Qué se supone que tengo?! – pregunté clavando mi cabeza en mi almohada. 

Estás loca, ahora tienes conversaciones contigo misma, genial Caroline, próxima parada ¡el manicomio más cercano, por favor! 

“…mi cuerpo se domino solo y abrí mis brazos, me acerque a él y lo abrace con fuerza, clave mi rostro en su pecho y suspire aliviada por hacer lo que quería, aunque al darme cuenta de lo que había hecho, me avergoncé por completo, iba a separarme pero sus brazos me rodearon, también con fuerza y su mentón se apoyo delicadamente en mi coronilla. 

Me sentí muy bien de esa manera, abrazada a él, mucho más allá de lo racional.

– Tranquila – murmuró con voz aterciopelada – mientras tu estés bien yo también lo estaré – seguidamente beso mi frente con sus labios calientes…” 

Un recuerdo más y fue suficiente para que todos mis pensamientos correctos, mi voluntad y mi sentido común desaparecieran. Recordaba la sensación que me embargaba cada vez que él estaba cerca, las mariposas en el estómago eran algo que había empezado a gustarme por más que quisiera negármelo, era una sensación nueva y locamente adictiva. 

Seth Clearwater parecía mi kriptonita personal, acaba con toda mi fuerza de voluntad sin ni siquiera saberlo, mucho menos proponérselo.

Suspiré cansinamente y me incorporé de la cama en un segundo, negué con la cabeza mientras tomaba mi abrigo y uno de mis gorros tejidos. Sabía que la situación tenía un trasfondo que tenia tatuada la palabra “no deberías” pero mi mente estaba cegada con la frase “quieres hacerlo”. Salí de mi habitación siguiendo un impulso. 

Lo que fuera que estuviese pasando era más fuerte que mi lógica, simplemente no podía controlarlo, tenía, quería ir con él. Principalmente por mis dudas – me repetí un centenar de veces tratando de convencerme. 

– ¿Por qué Carlie se ha ido primero? – Preguntó Camila, cuando baje las escaleras, entre a la sala y caminaba apresuradamente hacia la puerta, deseando pasar desapercibida, lo cual obviamente no ocurrió. Detuve mi ansioso caminar al escucharla. Sabía que no podía escapar de su interrogatorio. – Creí que irían juntas. ¿Se han peleado?... parecía algo alterada cuando se fue. 

– Para nada, nos veremos en casa de Yeleh. No hemos discutido, sabes que nunca lo hacemos. Solo tenía prisa porque quedo en verse con su novio antes. – Mentí. Soltando automáticamente mí cuartada más convincente, ya que mi amiga vivía a un par de cuadras de mi casa – Me iré caminando y luego ella pasara junto con Michael a recogernos para ir a casa de Ginna. Echo de menos mis amistades humanas, así que los visitaré – me encogí entre hombros. Hice una nota mental de que debía ir a ver a Yeleh pronto. 

Asintió lentamente, sin quitarme los ojos de encima – ¿Quieres que te lleve? Negué con la cabeza inmediatamente – No es necesario, iré caminando, no esta tan lejos. 

– ¿Le has avisado a Melanie?

– Si, quedamos en que debía estar en casa antes de medianoche – Ok, esa era la única verdad que había dicho en los últimos minutos – ¿Y ustedes saldrán? – Es posible que durmamos fuera. 

Sonreí – Diviértanse mucho – esperando que ya hubiese terminado el interrogatorio, caminé tratando de parecer despreocupada hasta fuera de la sala, pero cuando casi lograba mi cometido Camila volvió a impedirlo. Me llamó haciendo que me girara a mirarla. Me miró fijamente por un momento, sostuve la mirada para que mi mentira no tuviera fractura alguna. 

– Cuídate mucho – pidió. Asentí de nuevo y solté un casi imperceptible suspiro de alivio – ¡Siempre lo hago! ¡Te quiero! – exclamé antes de cerrar la puerta y murmurar un “¡sí!” por haber conseguido salir sin problema. 

Inmediatamente emprendí marcha hasta mi punto de encuentro con Seth. Me encontré sintiéndome bastante animada ante la idea de pasar el resto del día a su lado. El hecho de que iría a la Push me animaba también, siempre había querido conocer la reserva, siempre me había dado curiosidad, solía mirarla a lo lejos desde la playa. Una fuerte brisa, fría como el hielo, hizo que mi piel se erizara y que me colocara mi abrigo al instante, seguidamente acomodé mi gorro en mi cabeza, tratando de abrigarme y verme presentable a la vez. A diferencia de hacía un par de horas, hacia demasiado frío, de manera que sin necesidad de tener el don de Alice, predecía que se acercaba una tormenta.

Soplé entre mis manos y las froté entre sí buscando algo de calor. Respiré profundamente al cruzar la calle, sintiendo como mis latidos se alteraban ante la simple expectativa de encontrarlo en el lugar pautado. Alcé la vista y seguidamente mi estomago sintió vértigos cuando visualicé a Seth, con las manos metidas en los bolsillos y un gesto de concentración justo en la dirección de donde yo provenía, tal expresión se transformo en una deslumbrante sonrisa cuando nuestras miradas se encontraron. Sonreí tímidamente sin poder evitarlo.

Vestía un jean algo desgastado y una camiseta azul marino que se ajustaba a los músculos de sus brazos y pecho. Su cabello estaba algo desordenado, pero sin embargo, note que estaba más corto que la última vez que lo había visto. En ese momento mis dudas anteriores desaparecieron, dejaron de importarme todas las consideraciones que había tenido anteriormente, simplemente me sentía feliz de no haber desaprovechado la oportunidad de estar cerca de él. Se veía perfecto, como siempre. Se encontraba parado, junto a una gran motocicleta negra que se veía nueva y casi brillante, la imagen de chico despreocupado lo hacía ver más sexy… 

Buenos amigos Caroline, eso es todo lo que quieres. Deja de verlo como un pedazo de carne. 

Camino hacía mi haciendo que yo disminuyera mi marcha y termináramos encontrándonos a mitad de la calle, aun con una sonrisa tonta murmuramos un hola en unisonó. 

– Siento llegar tarde – me disculpé – Tuve que armar toda una historia para que mis hermanas me dejaran salir sin levantar sospechas – dije la mitad de la verdad. 

– Tranquila, no tengo tanto rato aquí – su perfume me golpeó con fuerza y no pude evitar respirar profundamente, completamente extasiada. ¿Era posible sentir magnetismo por una persona? – ¿Todo bien? 

Fruncí el ceño – Si, ¿por qué?

– No lo sé, tenias una expresión bastante preocupada hace un segundo – Comento mientras sus ojos escrutaban mi rostro con una expresión que demostraba un poco de confusión y tal vez algo de preocupación. 

Negué con la cabeza – Todo está perfecto – aseguré con una leve sonrisa. Miré la moto detrás de él y luego volví a mirarlo – ¿Sabes qué si mi tía se enterara de que subiré a esa cosa, mínimo te estrangularía?

El rió – Tal vez si la invito a dar un paseo, termine agradándole.

- See, inténtalo. Quisiera ver cuán herido quedas en el intento – lo reté. 

- Creo que él hecho de que pasaras las siguientes horas rodeadas de lobos, le preocuparía más. 

- ¿Cuánto son en total? – pregunté con autentica curiosidad.

- Por ahora somos 18. - Wow… Son demasiados – admití aturdida – O sea, que la preocupación de Melanie se multiplicaría por 18… Dios ¡ella moriría de un infarto!

El se carcajeó – Creo que cualquier persona normal lo haría – se encogió entre hombros – aunque yo siendo ella, me preocuparía más por el hecho de que salgas con un vampiro. 

Entrecerré los ojos, captando su indirecta – Nahuel es completamente inofensivo. Estoy segura de que él detendría un tren con tal de mantenerme a salvo – y no exageraba, había notado cuan protector era conmigo. 

- No lo pongo en duda… Lo quieres mucho ¿verdad? – cuestiono, claramente interesado en mi respuesta. Su expresión había pasado de ser fresca y relajada a seria y sombría. ¿Era bipolar?

Asentí repentinamente incomoda – Si. El es alguien realmente increíble, si lo conocieras te caería bien. 

Negó con la cabeza inmediatamente – No creo que eso sea posible – sonrió de manera amarga. 

- ¿Por qué? Tardo unos segundos en responder – Vampiros y lobos, tenemos diferencias naturales… 

Fruncí el ceño – Eso es mentira. Jacob y Carlie se adoran, sienten de todo menos “diferencias” – hice las comillas con mis dedos – entre ellos.

- Luego entenderás de que hablo – cortó. Supe que no respondería nada más. 


Me sentí irritada, el acuerdo era que el respondiera mis preguntas ¡no que me hiciera tener más! Iba a quejarme, cuando el viento, que podía congelarme hasta los huesos, choco contra mi cuerpo de nuevo, alborotando un poco mi cabello, enfriando mis mejillas y mis manos, distrayéndome por completo, y haciendo que por impulso me frotara las manos otra vez para conseguir algo de calor en mis dedos. 

Lo siguiente que paso fue inesperado… Seth tomo mis manos y las rodeó con las suyas, haciendo que el calor las envolviera al instante. Su temperatura era muy alta, tanto que el frío seguramente no le afectaría en lo más mínimo. Acerco nuestras manos a sus labios y soplo sobre las mías haciendo que cualquier rastro de frío – y pensamiento coherente – se desvaneciera. Estaba estática en mi lugar, con el corazón en la boca y técnicamente – de haber sido físicamente posible – derretida, concentrando toda mi atención en sus acciones, en las sensaciones que me producían. Mis mejillas se sentían tibias de repente. Sus ojos seguían fijos en los míos cuando con delicadeza, sus labrios depositaron un breve beso sobre mis dorsos. Sonreí a penas ante ese gesto, pero su expresión se mantenía concentrada, escrutaba mi rostro con algo parecido a la fascinación. Sus mejillas estaban levemente sonrojadas, apenas podía notarlo sobre su brillante piel morena, sus ojos estaban fijos en mí y sus labios sonrojados estaban entreabiertos, haciéndome pensar cualquier cosa… Sostuve su mirada el mayor tiempo que me fue posible, sin embargo, termine clavando mi mirada en el suelo cuando mis pensamientos y sentimientos empezaron a distorsionarse y a confundirme. 


¿Por qué de repente sentía de nuevo el impulso de querer acercarme? ¿Por qué quería acariciar su rostro? ¿Por qué deseaba abrazarlo? ¿Por qué quería que me besara en ese instante? ¿Por qué solo podía pensar en lo bien que se sentía la calidez de su tacto? Mierda. Esa salida no estaba ayudándome en nada, solo estaba logrando confundirme más. 

– ¿Mejor? – pregunto tímido cuando ya yo empezaba a sentirme incomoda. 

Asentí – Si…si – musite algo ida. Mecánicamente, aparté - con sutileza para que no malinterpretara mi accionar – mis manos de las suyas. Inmediatamente las metí en mis bolsillos para que no notara el vergonzoso temblor de las mismas. 

Frunció el ceño, me miro confundido cuando simplemente pase por su lado y murmuré con voz pastosa – Vámonos, no tarda en empezar a llover – necesitaba recuperar la compostura, mi cabeza estaba hecha un caos y solo quería distraerme con cualquier cosa y que el dejara de mirarme en la forma en que lo hacía ¡solo lograba trastornarme! 

– Si, tienes razón – respondió lejanamente, caminando a mi lado hacia la moto. – Necesitamos tu gorro fuera – me extendió un viejo casco negro con su mano derecha, y dejo la izquierda a un lado, en espera de mi gorro. 

– ¿Es necesario él casco? – dije fastidiada, mi cabello quedaría vuelto un desastre. 

– Para una humana… absolutamente. 

– ¿Tan mal conduces que temes que muera en él camino? Alzó una ceja y antes de que percibiera por completo su movimiento, saco mi gorro y acomodo el casco en mi cabeza. 

– ¡Hey! – me quejé aturdida.

– No me dejaste otra opción. Eres terca y yo lo soy el doble – se encogió entre hombros mientras acomodaba las correas, ajustando el casco. Lo fulmine con la mirada y el simplemente rió por lo bajo. Luego se guardo el gorro en su bolsillo derecho – Si te lo devuelvo volverás a ponértelo solo por llevarme la contraria – explico. 

Sonreí disimuladamente ante su acertada suposición, al parecer era bastante bueno prediciendo mis arranques de terquedad. Me dio la espalda cuando se monto en la moto – No tengas miedo, no soy tan mal conductor solo me he estrellado unas tres veces – dijo girando la cabeza en mi dirección. 

– ¿Hablas enserio? – pregunté dando un paso atrás, si hablaba enserio prefería irme a pie.

Él se carcajeó – Te enteras de la existencia de lobos y vampiros, y sonríes y analizas, pero vez una moto y sales corriendo. ¿No te han dicho que tienes una personalidad bastante ilógica? 

– Cuando eres un lobo, si mal no recuerdo, pareces sacado de Narnia. Eres de todo menos aterrador – respondí subiéndome a la moto – Cuando seas un lobo que de miedo, hablaremos de cosas lógicas, Seth – acomodé mis brazos a su alrededor con fuerza, quería estar bien sujeta a él si enserio era tan mal conductor. 

Acomodé mi mejilla en su espalda y cerré los ojos en automático, al sentir como el característico calor de su cuerpo y un delicioso perfume que no supe identificar, me golpeaban de lleno. Aquello no alejaría mi anterior aturdimiento ni me devolvería mi compostura, pero por ese momento me valía un carajo. Me descubrí pensando que por nada del mundo quería cambiar la sensación, porque por más que me confundiera, me gustaba, incluso más de lo debido. Sentí como se reía, cuando su cuerpo se removió bajo mi agarre.

– Era broma, nunca me he estrellado. Estarás bien – me aseguró. – Lo que digas, Seth. Solo no vayas muy rápido, odio la velocidad – ordené. 

Mi tono fue mandón y me avergoncé un poco al notarlo, pero a él no pareció molestarle. – Ok, sus deseos son ordenes señorita Caroline. Nada de estrellos, ni velocidad. Entendido.

Sonreí ante su respuesta, había sonado como la respuesta de un esclavo a su señora – Perfecto, chico lobo, nos estamos entendiendo. 

– Supongo que soy un lobo domable – murmuró con diversión, más para sí mismo pero logre escucharlo. 

Me reí a carcajadas por los términos que Seth utilizó para definirse – Tal vez. Eso te haría menos aterrador para mí. ¡Y tú qué esperas asustarme! – bufé para molestarlo. 

– No me retes, caperucita. Puedo ser un lobo feroz de vez en cuando – hizo rechinar el motor de la moto para darle un estilo de drama a sus palabras, a lo que solo pude volver a reír sonoramente. 

Seth fue prudente y siguió mis indicaciones, por lo que no tuve razón alguna para sentir miedo o quejarme por nada. Me sentía bastante segura con él. A penas lo conocía pero sabía que no me haría daño, algo dentro de mí me lo decía y yo confiaba plenamente en esa voz interior. Era una fiel creyente de la intuición y siempre me había funcionado. Tía Melanie solía decir que no debía confiar tan rápido en las personas, porque las intenciones pueden distorsionarse con palabras… pero yo, terca como era, no compartía su teoría. Cuando una persona me inspiraba confianza genuina, era porque con el tiempo comprobaría que la merecía. 

Seth me inspiraba un montón de cosas que no entendía, pero una de las pocas que si reconocía era confianza. Durante todo el camino nos mantuvimos en silencio, pero no era incomodo en absoluto. Era como si ambos estuviésemos concentrados en alguna cosa, lo que no nos permitía hablar. Yo por mi parte estuve pensando en lo bien que me sentía cuando estaba con él. Rebobinando una y otra vez el momento en que había besado mis dorsos. Para él, tal vez había sido un gesto amable, pero para mí había sido un explosivo dentro de mi pecho. Cada vez las cosas se volvían más intensas, y me asustaban, me aterraba no poder conservar el control de las sensaciones y no poder mantener mis pensamientos correctos. Más sin embargo, me asustaba más el hecho de dejar de verlo. Al considerar la idea de alejarme, inmediatamente me pareció amarga por lo que la descarte al instante. 

No sabía qué demonios era lo que tenía para con Seth, era algo especial, sencillo, pero complicado e intenso a la vez. Seth Clearwater era de ese tipo de persona que te encuentras y una hora después sientes que las conoces desde hacía tiempo atrás y que además, habían cambiado algo en tu vida. Yo no sabía que era exactamente, qué era lo que había y estaba cambiando, pero sabía que algo estaba pasando. Sabía que desde aquella noche en la fiesta todo se había teñido de un color diferente. 

Unos treinta minutos después, de solo observar arboles a los lados de la carretera y maravillarme con el hecho de no sentir frio alguno gracias a la temperatura corporal de Seth, la moto por fin sé adentro en el bosque, yendo por un camino que parecía haber sido formado precisamente para Seth y su motocicleta. 

Pasaron unos cinco minutos más - en los que solo seguí aburriendo el color verde, gracias a la espesa y abundante vegetación – cuando por fin se detuvo, el molesto ruido que generaba el motor seso. Fue entonces cuando fui capaz de erguirme y alzar la vista en busca de todo lo que no fuera un árbol encontrándome con una casa, solo una, rodeada de más color verde. No era demasiado grande ni muy pequeña, parecía bastante acogedora desde el exterior.

Era un lugar, solitario y apartado, donde obviamente no se estaba celebrando ningún cumpleaños. 

– Haremos una parada aquí en mi casa, mi hermana ha pedido que lleve el pastel – me explico, seguramente adivinando mi expresión confundida – espero que no te moleste. 

– Esta bien, por mi no hay problema – me encogí entre hombros y seguidamente baje de la moto con cuidado, aun con la vista fija en la casa que se encontraba frente a nosotros. Así que allí vivía Seth… ¿Solo? ¿Con sus padres? – ¿Por qué esta tan alejada de las demás? – no pude evitar preguntar aquello, pues era obvio que su ubicación estaba diseñada para excluirse del resto.

– Es una vieja casa que construí con mi padre. La usábamos algunos veranos cuando queríamos tener un tiempo de familia lejos de todo. Él solía decir que mi hermana o yo la necesitaríamos en algún momento. Y no se equivoco, ahora es mi hogar, es bastante alejada de todo y como vivo solo me parece bien. 

– ¿Solía decir? – me giré a mirarlo – o sea que… 

Asintió – Si, el murió hace algunos años. Al igual que mi madre – respondió en tono bajo. Me sentí triste con el solo ver la tristeza en sus ojos.

Me abofeteé mentalmente por hacer preguntas que lo incomodaran de alguna forma, ese era uno de los problemas de ser demasiado curiosa, preguntaba demasiado. Quise consolarlo de alguna manera, pues notaba la nostalgia en su mirada cuando miraba su casa en tanto yo miraba su rostro, cuando una sonrisa mínima se curvo en sus labios quise abrazarlo. Sabía lo que él sentía, y no era nada lindo el sentimiento de pérdida, lo sabia mejor que nadie, porque tenía casi toda mi vida con él. 

- Lo siento mucho, Seth – dije sincera, haciendo una mueca. 

Sonrió ladinamente y en un par de pasos, se encontró frente a mí. Me mantuve expectante a sus movimientos, cada vez que se acercaba me dejaba completamente aturdida, así que aunque no sabía que esperar estaba atenta. Despreocupadamente soltó las correas que descansaban bajo mi mentón, y me quito el casco con cuidado. Saco mi gorro de su bolsillo derecho, lo acomodo sobre mi cabeza delicadamente, encargándose también de mi desordenado cabello – a causa de la brisa y el casco – apartándolo de mi rostro y acomodándolo tras mis orejas. Su expresión se mantenía serena y una mínima sonrisa se curvaba en sus labios, era como si enserio disfrutara lo que estaba haciendo… o tal vez, solo disfrutaba la manera en como hacía que mi corazón latiera como loco. Como si no fuera suficiente alteración a mis nervios, luego de terminada su tarea con mi cabello, poso su mano derecha sobre mi mejilla, el calor se filtro en mis poros y casi sentía como mi sangre ardía, pero no me importo en absoluto. 

– No te preocupes – respondió por fin, acariciando mi mejilla con su pulgar, repetidas veces. Su tacto era suave y cálido. 

¿Qué quería? ¿Qué sufriera un infarto ahí mismo? 

– Mis padres murieron hace algunos años también – le conté, tratando de pensar con coherencia – tenía nueve años, desde entonces vivo con mi tía, hermana de mi padre. 

– Lo siento – murmuró con tono aterciopelado.

– Gracias… solo es para que sepas, que cuando digo que lo siento, en verdad es así.

– Lo sé… no dudo para nada de tu sinceridad, me has dicho lobo de Narnia nunca nadie me había dicho eso, pensé que era intimidante ahora solo pienso que me veo realmente afeminado en mi faceta de lobo. Gracias, has puesto la luz frente a mis ojos – dramatizó. Noté como cambió de tema drásticamente, a uno que definitivamente era más… feliz. 

Rodé los ojos mientras me reía – Eres un tonto, sabes que no me refería a eso. 

Sonrió de lado – Te vez mucho más bonita cuando sonríes – alagó – por cierto, ¿te dije que te ves preciosa? – preguntó como si nada, tomándome por sorpresa. Deje de respirar. – tus mejillas sonrojadas por el frío son encantadoras. 

¿Sonrojadas por el frió? Bebé, ¿te haces o eres modesto en verdad? – pensé con sarcasmo. 

- Gracias – logré articular – Si… hace mucho frío – murmuré sarcástica más para mí misma. 

- ¿Qué? – Mierda, Caroline ¿Cuándo aprenderás? ¡Sentidos súper desarrollados! 

- Nada, nada – arreglé inmediatamente – Linda casa – alagué desviando la mirada en dirección a su hogar, una pequeña casita de madera que contaba con una gran ventana blanca en la parte del frente. 

El techo de tejas estaba cubierto de algunas enredaderas. Una vieja puerta de madera, de color blanco y un porche encercado con unos finos barrotes que combinaban conjuntamente con la ventana y la puerta. Era la perfecta personificación de una casa campestre. Me agradó de inmediato, el ambiente algo añejo, solitario pero a la vez puro, tranquilo y natural que se respiraba en ese lugar – haciendo a un lado el olor a bosque húmedo – era muy cómodo. 

– Gracias, siempre serás bienvenida. Ahora vamos, acompáñame a buscar el fulano pastel - aparto la mano de mi mejilla, una sensación de cosquilleo desagradable apareció al dejar de sentir su calor en mi piel y recibir el frió repentinamente, pero olvide por completo aquello cuando seguidamente él tomo mi mano para luego guiarme hacia su casa. 

Acomodé un mechón rebelde de mi cabello que cayó sobre mi rostro mientras caminaba, con la mirada fija en la mano que estaba tomada con la de Seth. Se sentía bien. Pero a la vez se sentía mal. Sacudí disimuladamente la cabeza para alejar pensamientos estúpidos que pudiesen arruinarme la tarde ¿Por qué a quien quería engañar? ¡Estaba entusiasmada con la idea de pasar tiempo con Seth! Además, era la primera vez que visitaría La Push, siempre me había limitado a la playa pero la reserva siempre me había llamado la atención, sin embargo, no había tenido una buena razón o excusa para visitarla, así que una parte de mi se encontraba ansiosa, gracias a la curiosidad que me invadía.

¿Cómo sería la familia de Seth? ¿Todos eran lobos como él? ¿Cómo sería una reunión entre hombres y mujeres lobo? ¿Encajaría yo entre ese montón de inmortales? ¿Serían tan cálidos como los Cullen?... Ok, estaba empezando a sentirme nerviosa. 

No fue hasta que Seth soltó mi mano, que me di cuenta que estábamos frente a la puerta, la cual abrió en cuestión de dos segundos y seguidamente se hizo a un lado haciendo ademán de que pasara primero y así lo hice, atenta a todo lo que pudiese apreciar. 

Lo primero que visualice fue una mesita alta de madera en la entrada, sobre la cual descansaban un par de llaves y una foto de una mujer mayor, supuse que era su madre así que preferí no entrometerme en el tema. Sobre la mesa colgando en la pared, estaba un espejo de tamaño mediano y ovalado con bordes dorados. Miré mi reflejo en el mismo unos segundos y pegue un salto cuando el reflejo de Seth apareció a mis espaldas. 

- Bienvenida a mi humilde y muy normal hogar, tal vez esperabas que viviera en una caverna o algo así pero los lobos también necesitamos comer chatarra en un sofá mientras vemos un juego de futbol de vez en cuando y cosas por el estilo – bromeó con una sonrisa que se reflejaba perfecta sobre la superficie del vidrio. 

Rodé los ojos – Nunca dije que fueras un cavernícola, Seth. 

El se rió y camino para terminar de adentrarse en su casa, yo lo seguí muy de cerca. Como había predicho era cálida en el interior, las paredes eran de un insípido color verde en el que colgaban unos pocos cuadros donde se veían paisajes pintados, contaba con unos muebles simples de color champagne, una mesita de madera caoba, en el centro que tenía un par de vasos sobre ella y un plato sucio.

Frente a ello un televisor viejo y antiguo, cerca, justo a la derecha, una chimenea - se encontraba apagada - que tenía una ventana cerrada y cubierta con una vieja cortina de encaje blanco, a unos 5 metros. Estaba un poco desordenada y llena de polvo, pero a la vez se veía acogedora; tal vez con un poco de limpieza y orden fuera un poco más arreglada. La decoración era bastante sencilla pero bonita, sin embargo, se notaba lo descuidado del lugar, como era de esperarse de una casa donde solo vivía un chico sin ninguna mano femenina orientando la decoración. 

- ¿Chimenea? ¿No se supone que no sientes frío alguno?

- Cuando se construyo esta todos en la familia éramos humanos, por lo que era necesaria en ese entonces – explico.

- O sea ¿que se vuelven lobos a una edad determinada? 

Negó con la cabeza – No es exactamente de ese modo. 

- ¿Entonces? – insistí. 

– Veras, creo que crees que todos acá son lobos… 

- ¿No? 

- No, solo somos algunos, como te dije antes 18 en total. Todo depende de la decencia que tengamos. Si nuestros antepasados fueron lobos, puede que alguno de cada familia herede el gen y se transforme, pero eso es solo en el momento en que se den las circunstancias necesarias para ello. 

- ¿Circunstancias? 

- Si. La presencia de vampiros suele alterar un poco las cosas. En mi caso y en el de mi hermana, la muerte de mi padre y la presencia de los Cullen hicieron que todo estallara. 

Me quede callada, tratando de darle sentido a lo que decía, intentando armar una teoría con las cosas que ya sabía, no quería hostigarlo con preguntas. Tras la salita había dos pasillos uno que parecía dirigir a donde suponía que estaría su habitación y otro que dirigía hacia la cocina que fue exactamente el camino que nosotros tomamos. 

- Quiero que conozcas a alguien – dijo de repente – entrara por la puerta trasera en unos cinco aproximadamente. Fruncí el ceño y lo mire confundida. 

- Ya he captado su olor – explicó como si pudiese leerme la mente. 

Una vez que estuvimos en su cocina, visualicé el un pastel sobre de lo que suponía era la mesa del comedor. Era de chocolate y pesaba unos dos kilos según pude calcular, seguramente tenían una familia numerosa para necesitar tanto pastel. 

- ¿Quién es tu visita? – quise saber. 

- Es mi sobrina, seguramente Leah la ha enviado a buscar el pastel ya que no me doy prisa – se encogió entre hombros – mi hermana se caracteriza por ser algo impaciente – rodo los ojos y bufo – solo te advierto que ella es algo… alegre, solo no te aturdas por la rapidez en la que habla y la forma tan amistosa en la que te tratara – advirtió serio. 

Sonreí divertida ante la preocupación que sentía ante el hecho de que su sobrina pudiese hostigarme, aquello era imposible yo podía ser muy amistosa con aquel que me lo inspirara, seguramente era una chica dulce y eufórica. Esas características me hicieron pensar en Alice. 

- Por lo que dices es muy amistosa, siempre. - Solo cuando le emociona conocer a alguien.

¿Por qué se emocionaría por conocerme? ¿Ella ya sabía de mi existencia?

Se acerco a la puerta trasera de la casa, alzo su mano y contó con sus dedos y cuando hubo contado hasta cinco abrió la puerta. La presencia de una chica seguida de su voz femenina y fina se adentró en la casa haciendo sentir una ola de energía en cada rincón del lugar.

- ¡Holaaaa! – exclamó animadamente una chica morena.


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Hola mis chicas, ¿Cómo han estado? Aquí paso a reportarme después de TODO este tiempo. Lo siento, enserio siento haberme desaparecido tanto, esta vez si me pase x.x pero bueno, solo puedo decir que no había podido entrar a nada, estoy en exámenes finales y bueno eso dificulta todo, casi siempre ando estresada y eso no deja que me inspire, son varias cuestiones que la verdad no escribiré acá porque no quiero marearlas. 

Quiero decir ¡Gracias! Por todo el apoyo que le dan a Entre Terceros, espero que a pesar de lo muy poco constantes que son mis actualizaciones, sigan allí porque sin comentarios ni nada, no hay razones para seguir publicando capítulos. Sé que me tardo mucho, pero agradecería que se tomaran un tiempo y dejaran sus opiniones, después de todo enserio me esfuerzo para traerles algo cada que puedo. 

Por otro lado, quiero hacer un trato con ustedes… consiste en lo siguiente, se que este capítulo no fue demasiado interesante, que estoy alargando las cosas pero es que así es que se me ocurre todo, el próximo será crucial, por ahora todo está tranquilo pero ya meteré mis manitas aquí para poner todo de cabeza *inserte risa malvada aquí* igualmente, solo quedan unos 6 capítulos para que esta primera parte termine  ¡así que atentas! En fin, el trato es de dar y recibir(?) - Si este capítulo consigue 15 comentarios los próximos días – no se vale que se repitan usuarios ¬¬ lo que quiero saber es cuantos lectores tengo del otro lado de la pantalla – prometo traer el capitulo 26 el domingo de la semana que viene, o sea el domingo 8 de julio. ¿Qué les parece? Si no consigue tantos comentarios, bueno, publicaré pronto pero no será esta semana ya que tengo exámenes y sin un poquito de presión por su parte mi inspiración estará floja u.u Ok, lo admito estoy siendo manipuladora(?) Jajaja :$$ ¡pero es por una buena causa! En fin, ¡espero que se animen a comentar! 

Agradecimientos especiales a Alexia, que siempre se aguanta mis inseguridades en los capítulos y me da su sincera opinión, te adoro hermana. Prometo que tu personaje aparecerá pronto, ¡solo cambiaron un poco los planes! 

Sin más que decir… 

Oh! ¡Un momento! ¡Si tengo algo mas jaja! pasen a leer el capítulo 14 de ¡#IG! Naty también ha tenido un par de rollos con el factor tiempo u.u “#$%&"#$% universidades u.u 

¡Las amoo! 

- CaroR:)xx